Dar y luego recibir, de la individualidad al grupo, este cambio desde la individualidad miope no es fácil porque la inercia nos ancla, ser un nosotros no es una obligación si no una motivación.
En un experimento de comportamiento se colocaron 6 monos en una jaula, en el centro de la cual se encontraba una escalera que permitía alcanzar un racimo de plátanos que colgaba del techo. En cuanto uno de los monos intentaba alcázar los plátanos, se les rociaba a todos con agua helada, lo que hacía que desistiera de su intento. Este proceso se repitió tantas veces como intentos por alcanzar los plátanos realizaron los monos. Finalmente, cuando alguno de los monos intentaba alcanzar los plátanos, eran sus propios compañeros los que le impedían acercarse a la escalera a golpes hasta que el mono desistía de su intento.
Llegados a este punto se saco uno de los monos de la jaula y se introdujo uno que evidentemente no había participado en el experimento. Al poco de entrar en la jaula el mono intento encaramarse a la escalera, sus compañeros le golpeaban ante la posibilidad de una ducha helada. El nuevo mono no entendía nada, pero tras varios intentos se dio cuenta de que no podía acercarse a los plátanos, a menos que deseara ser vapuleado.
En ese momento se saco de la jaula a otro de los monos que empezaron en el experimento y se introdujo uno que desconocía el funcionamiento del mismo. Igual que en el caso anterior, el mono intento coger los plátanos y cada vez que lo intentaba todos sus compañeros de jaula se abalanzaban sobre él para impedírselo.
La nota curiosa es que el mono que se introdujo a mitad del experimento y que no tenía experiencia de haber sido rociado con agua helada también participaba en la agresión, aunque sin saber por qué. Para él simplemente no estaba permitido acercarse a la escalera. Poco a poco se sustituyeron los monos que comenzaron el experimento por otros que no habían pasado en ningún momento por la situación de haber sido rociados con agua helada.
Cuando se sustituyo el último mono de la jaula, el comportamiento de los simios siguió siendo el mismo, a poco que el nuevo mono intentaba acercarse a la escalera, era vapuleado por sus compañeros aunque llegados a este momento, nadie sabía por qué ya que ninguno de ellos había sido rociado con agua helada
Sin duda se había establecido una regla, está prohibido subir por la escalera y quien lo intente se expone a una represión por parte del resto del grupo.
Quizás sea verdad que en ocasiones los monos reflejan un comportamiento casi humano, o quizás seamos los humanos los que nos comportamos como monos.